domingo, 29 de abril de 2012

La fuerza expresiva del himno de Israel "Hatikvá”‏


Escribo estas líneas para el día de la Independencia de Israel -el Yom Haatzmaut- de la que este año se cumple el 64 aniversario. Todo pueblo que llega a la independencia enarbola una bandera que le represente y entona un himno que sale de lo profundo de los corazones de sus ciudadanos, porque el hombre es un ser que canta. Si comparo los himnos de las naciones que conozco, observo que los hay muy diversos. El del Reino Unido es de música solemne y la letra es una petición para que el Todopoderoso proteja al rey o reina, cabeza del Estado. El de Francia es un himno combativo que sirve para enardecer a los que lo cantan a fin de lanzarlos a la conquista de la libertad, de la gloria. El himno español no tiene letra y su música es una marcha Real…

Obviamente, el que quería considerar, ya que es el ha motivado este escrito, es el de Israel, conocido como Hatikvá. Su melodía -arreglada por Samuel Cohen en 1888- está en tono menor, algo inusual en un himno nacional. Es el propio de una melodía que expresa tristeza, como muchas de las músicas hebreas. La letra fue escrita por Naftali Herz Imber en 1878. En 1897 fue adoptado como el himno del sionismo y en 1948 proclamado Himno Nacional de Israel.

Mientras exista un corazón ardiente
donde palpite pura el alma hebrea,
y haya ojos que miren al Oriente
y en Sion se concentre una idea,
Nuestra Esperanza no estará perdida,
Nuestra Esperanza eterna y sacrosanta,
de volver a la Tierra Prometida
donde David fundó la Ciudad Santa.

Israel es una nación de larga historia. Hace más de treinta siglos los israelitas se encontraban en el desierto, mirando hacia oriente. Habían estado en Egipto durante varios siglos sirviendo como esclavos. En su corazón palpitaba el alma hebrea que no se avenía a diluirse entre otros pueblos para desaparecer y tampoco a permanecer indefinidamente bajo el yugo del opresor. Fueron liberados milagrosamente por Dios que había decidido tomarlo por pueblo suyo. Marchaban hacia la libertad acaudillados por Moisés y cantaban un himno:

Cantaré a Yahvé, porque se ha cubierto de gloria
Ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Yahvé es mi fortaleza y mi


cántico,
Y ha sido mi salvación.
Este es mi Dios, y lo alabaré;
Dios de mi padre y lo enalteceré.

Himno que se halla recogido en el segundo libro de Moisés. No sé en que tonalidad estaba la melodía, quizá fuera menor porque partía de corazones que habían sufrido mucho. Lo impactante es la lírica: es la expresión de confianza hacia Aquel que les había salvado, que merecía todo su reconocimiento. Es cierto que habían sido extremadamente maltratados. Cabe imaginar que los capataces egipcios no sabían nada de derechos humanos, ni nada parecido. El trato sería inhumano. Se les mantuvo en vida lo justo para que pudieran seguir produciendo, y eso por varias generaciones. Ahora, lo importante era no tanto mirar al pasado, sino proyectar la esperanza hacia el futuro, aunque el corazón todavía sangrara.
A lo largo de varios siglos y a través de muchas vicisitudes Israel mantuvo su independencia desde que bajo el liderazgo de Josué entraron en la tierra que Dios había prometido a los patriarcas, hasta que siglos más tarde fueron llevados al exilio por Asirios y Babilonios. Especialmente esplendoroso fue el período de los reinados de David y Salomón. Después, una vez vueltos del exilio, tuvieron algún corto paréntesis de independencia política y de paz, pero estos fueron fugaces.
Antes de que tuvieran que sufrir el exilio, los profetas que lo anunciaron como cumplimiento de un castigo divino también hablaron de un futuro glorioso que vendría después. Escuchemos por ejemplo al profeta Isaías, que ministró en tiempo de los reyes Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías:

Alegraos con Jerusalén,
Gozaos con ella todos los que la amáis;
Llenaos de gozo con ella
Todos los que os enlutáis por ella,
Para que maméis y os saciéis
De los pechos de sus consolaciones,
Para que bebáis y os deleitéis
Con la plenitud de su gloria.

Porque así dice su Dios:

He aquí yo extiendo sobre ella
La paz como un río
Y las riquezas de las naciones
Como un torrente que se desborda;
Y mamaréis, en los brazos seréis traídos
Y sobre las rodillas seréis mimados.
Como aquel a quien consuela su madre,
Así os consolaré yo a vosotros,
Y en Jerusalén recibiréis consuelo.

Hatikvá. Si antes he dicho que la música en tono menor sirve más bien para expresar un sentimiento de tristeza, la letra es toda una expresión de confianza: Esperanza. Feliz día de la Independencia





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Gabriel Borensztejn

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